Disparos al aire (2)

the fault in our stars1. El viernes a la noche terminé de leer The Fault in Our Stars (Bajo la misma estrella), de John Green. Estoy seguro de que mi decisión de leer el libro la misma semana que se estrenó la película en Argentina no fue para nada original; cientos o quizá miles probablemente hayan hecho lo mismo en estos días. Lo que sí debe ser original son mis motivos para leerlo: no lo hice por la película, sino por el autor. Unos días antes, mi hermano me pasó unos videos de YouTube de un ciclo llamado Crash Course: World History, donde —como indica el título— se hace un racconto de la historia mundial, desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad.

Los videos —que tienen subtítulos en castellano— me parecieron muy ingeniosos y didácticos, y plantean algunas ideas novedosas (el mero hecho de empezar el análisis de las civilizaciones por el valle del Indo en vez de Mesopotamia o Egipto, como en casi todos los manuales escolares, o la noción de que quizá la historia de Grecia habría sido mejor si los persas hubieran vencido a atenienses y espartanos en las Guerras Médicas). La cuestión es que luego me puse a revisar sus, literalmente, miles de videos, y no tardé en descubrir que el vlogger John Green y el John Green que escribió The Fault… son la misma persona. Así que decidí darle una oportunidad al libro, que antes de eso me interesaba solo moderadamente. De todos modos, no le extendí un cheque en blanco; en vez de comprarme el libro en formato papel, que no es precisamente barato, me bajé el pdf (en inglés, porque las traducciones al castellano que encontré parecían hechas por fans; de todos modos, tengo el libro en nuestro idioma por si alguien quiere que se lo mande por e-mail).

Pero no terminé decepcionado. La novela me pareció atrapante y de fácil lectura, mucho más que Maze Runner. Me gustó cómo el libro no solo evitaba caer en los lugares comunes de las historias de pacientes de cáncer, sino que los rechazaba expresamente; hay pocas historias que se atrevan a retratar a los enfermos de cáncer no como seres demasiado buenos para esta pecaminosa Tierra sino como seres humanos, con virtudes y defectos, flaquezas y debilidades. Hazel y Gus tal vez sean poco creíbles como adolescentes (un poco Mary Sue/Gary Stu para mi gusto), pero su actitud respecto del cáncer es realista. Green es consciente de sus limitaciones —no es fácil para un varón heterosexual treintañero relatar un romance entre dos adolescentes desde el punto de vista de la chica—, y cuando llega el momento de narrar la primera vez de Hazel, opta con sagacidad por describirla a muy grandes rasgos, sin arriesgarse a caer en la mala prosa con que otros autores relatan dichas experiencias. Peter Van Houten me recordó un poco al Kurtz de El Corazón de las Tinieblas de Conrad, por toda la expectativa que se genera en torno a él durante la primera mitad de la novela. The Fault… no es un Demian o un Cazador en el centeno, pero está a la altura de Las ventajas de ser invisible, otro libro de temática similar que también me gustó mucho.

2. El sábado a la noche fui a ver la película. Me pareció una adaptación inteligente del libro; los guionistas tuvieron muy bien criterio al elegir qué partes de la obra de Green conservar, y cuáles descartar. Mi única crítica al respecto es en relación a las escenas de Van Houten, que me parecieron muy breves y apresuradas (de hecho, en el libro Van Houten aparece en tres escenas, y en la película condensaron las dos últimas). Otro pequeño inconveniente de la adaptación: nunca hablan del pasaje de Julio César de Shakespeare al que el título original de la película y el libro hace referencia:

The fault, dear Brutus, is not in our stars,
But in ourselves, that we are underlings.

En el libro hablan expresamente de ese pasaje de Shakespeare, para contradecirlo: a veces, dice Augustus —al que Green seguramente bautizó con ese nombre pensando en la historia de Roma—, la culpa de lo que nos pasa es de las estrellas. De todos modos, los actores tienen una gran química, y eso permite que los diálogos de Green, que en boca de otros intérpretes hubieran podido parecer forzados y poco creíbles, suenen perfectamente naturales; Shailene Woodley y Ansel Elgort prácticamente cantan sus líneas en las escenas que comparten. Laura Dern, veterana de mil batallas, fue tan buena como esperaba como la madre de Hazel, y el Isaac de Nat Wolff se roba todas las escenas.

Test de Bechdel: 3 de 3.

3. Hubiera sido muy astuto si en las escenas de Amsterdam, sobre todo las relacionadas al museo de Ana Frank, hubieran pasado esta canción:

Si se fijan en los primeros versos, las referencias a Ana Frank son indisimulables. Además, es una gran canción:

The only girl I’ve ever loved
Was born with roses in her eyes
But then they buried her alive
One evening 1945
With just her sister at her side
And only weeks before the guns
All came and rained on everyone (…)

4. Si hay algo que detesto son las personas que hablan en el cine. Cuando veía Bajo la misma estrella me tocaron las peores de mi vida, una pareja que hacía comentarios estúpidos; estaban sentados varias filas atrás mío, pero sus voces se escuchaban más fuertes que las de los propios actores. Ojalá hubieran terminado como Brenda en Scary Movie:

5. Hace poco me enteré que Art Parkinson, el chico que interpreta a Rickon Stark en Game of Thrones, aparecerá en esta versión bastante heterodoxa de Drácula (el hecho de que el personaje de Bram Stoker pertenezca al dominio público permite que se hagan las adaptaciones más bizarras; en este caso parecerían estar inspirándose en partes iguales en Blancanieves y el Cazador y la propia GoT):

Lo único que espero es que, eventualmente, Art pueda volver a GoT. Benioff y Weiss ya cambiaron al actor que hacía de Tommen en el hiato entre la 2ª y la 4ª temporada y aparentemente han hecho lo mismo con la pobre Aimee Richardson, que interpretó a Myrcella en las 2 primeras temporadas de la serie pero no volvería en la 5ª, cuando la acción se traslade a Dorne. En el caso de Parkinson, me daría mucha pena que lo cambien porque en el episodio 3×09 tuvo su mejor actuación y demostró un gran talento, en la escena en que Bran y Rickon deben separarse; pero como ese episodio fue el de la Boda Roja, ese bello momento fue inevitablemente opacado.

6. Al volver del cine leí este artículo sobre la epidemia de ébola en África y no pude evitar pensar en la trama de Órdenes presidenciales, una novela de 1996 de Tom Clancy, en el que terroristas iraníes desencadenan un brote de ébola en EUA. Dicho sea de paso: la novela de Clancy inmediatamente anterior a Órdenes, llamada Deuda de honor (1994), terminaba con un piloto kamikaze secuestrando un avión comercial y estrellándolo contra el edificio del Congreso estadounidense. ¿La vida volverá a imitar al arte?

7. Lo más irónico de la decisión del lunes de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) de ordenar el bloqueo de The Pirate Bay en Argentina es que el domingo a la noche Encuentro, el canal del propio Ministerio de Educación, emitió el documental The Pirate Bay: Away from Keyboard (TPB-AFK), que pueden ver a continuación:

La decisión es molesta, pero no precisamente una espada de Damocles, pues se puede acceder al sitio a través de infinidad de mirrors (pueden encontrarlos acá; también pueden utilizar esta aplicación que inventó uno de mis amigos más brillantes).

8. El lunes también me encontré con este artículo, muy interesante, sobre la invisibilización y los estereotipos de los que son víctimas los varones bisexuales de parte de la comunidad gay.

9. El lunes terminé de leer El Hobbit. Curiosamente, leí la trilogía de El Señor de los Anillos en 2004 o 2005, y recién diez años después me tomé la molestia de comprar la seudo-precuela de la magnum opus de Tolkien. Puedo asegurar que no lo hice impulsado por las películas de Peter Jackson: vi El Hobbit: Un viaje inesperado, pero le di la espalda a La desolación de Smaug. No importa cuánto material de los otros libros de Tolkien le hayan agregado: sigo creyendo que convertir a un libro de menos de 300 páginas en 3 películas de dos horas de duración o más es una maniobra impresentable. Hubiera sido mucho mejor, si estaban tan desesperados por recaudar, que reestrenaran la trilogía original con todas las escenas borradas y en 3D. El 99% de los fans habrían estado felices de pagar entrada por ver eso, por más que las versiones completas duren unas 10 horas en total. Y respecto a El Hobbit, creo que la manera más fiel en que hubieran podido adaptar la historia al cine es como un film animado (solo uno). Al fin y al cabo, tengo entendido que originalmente Tolkien inventó la historia de Bilbo como un cuento infantil para sus hijos.

(Sí, sé que existe la versión animada de Rankin/Bass de 1977, pero es un telefilm de apenas 70 minutos de duración en el que varios elementos del libro han sido condensados o incluso suprimidos; su problema es el opuesto al de El Hobbit de Jackson. Lo ideal para mí es una versión de 2 horas realizada con todas las técnicas modernas de animación.)

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3 comentarios

  1. NBP'1

     /  jueves, julio 3, 2014

    Ok. Ahora entiendo la referencia a «Disparos al aire» 🙂

    No he leído el libro todavía pero sí me llamó la atención que no mencionaran la frase ya que leí por allí que en ella se basó el autor para escribir el libro.

    Ahora sí que lo buscaré con más ahínco. Las ventajas de ser Invisible es probablemente mi libro preferido.

    4. ¡Me pasó exactamente lo mismo!. ¡Qué idiotas pueden ser algunos!.

    9. Lo he intentado pero nada… no soy capaz de terminar el Hobbit :$

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    • Martín

       /  viernes, julio 11, 2014

      El libro es bastante fácil de conseguir, al menos en Argentina. Es muy caro, pero está disponible en casi todas las librerías. No sé si será igual en tu país.
      Saludos.

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  2. ¡Ya lo conseguí!. (Estuvo agotado por todos lados). 🙂

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